El vino Asoleado, junto al Pajarete, fue uno de los primeros en obtener la Denominación de Origen (D.O.) en Chile en 1938, destacándose como un patrimonio enológico del país. Su producción se limita a la zona de secano interior, abarcando desde el río Mataquito hasta el Biobío. Este vino dulce, del tipo generoso, debe su nombre al proceso de elaboración que implica la deshidratación parcial de las uvas al sol, un método tradicional que ha sido preservado por pequeños viñateros locales, cuyas viñas, según estudios del INIA, superan los 60 años de edad.
«Acaban de llegarme unas pocas cargas del legítimo mosto asoleado de Cauquenes, verdadero néctar por su sabor, pureza, color y salubridad que experimenta el que lo usa. Es licor que podría presentar con orgullo de regalo a Garibaldi». El Ferrocarril, 15 de septiembre de 1860.

El Vino Asoleado
El Asoleado se elabora con uvas que se deshidratan parcialmente al sol. Una vez maduros, los racimos se cortan y se extienden sobre carpas en el suelo o se exponen en las mismas parras durante dos a tres semanas. Este proceso concentra el azúcar en las uvas, incrementando un grado por cada cuatro o cinco días de exposición al sol y reduciendo su volumen en un 10%.
Durante su época dorada, el vino Asoleado fue altamente valorado por las élites chilenas, que esperaban con ansias su llegada desde Cauquenes hasta Santiago. Este vino favorito de Bernardo O’Higgins, como Director Supremo, lo que subraya su relevancia en la historia y cultura chilenas.
Sin embargo, la situación actual es muy diferente. La investigadora Marisol Reyes, del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA), explica que, tras la Guerra del Pacífico, el Asoleado fue desplazado por vinos extranjeros, lo que llevó al declive de su demanda en los grandes centros de consumo. Además, la producción de vinos de baja calidad que utilizaban el nombre Asoleado sin respetar su autenticidad contribuyó a su desprestigio y relegación a su región de origen, el Secano Interior de Cauquenes, San Javier y Empedrado.
Auge y Caída del Vino Asoleado
En el siglo XIX, el vino Asoleado surgió como una oportunidad económica para los viñateros del Maule, especialmente en Cauquenes, una región en la que predominaba la uva País, cultivada sin riego y apta para la producción de vinos dulces. Este vino artesanal, de alta calidad, era muy apreciado en Santiago y Valparaíso, donde las élites competían por adquirirlo.
Sin embargo, tras la Guerra del Pacífico, la afluencia de productos europeos, como el champagne y el jerez, atrajo la atención de las élites chilenas, que comenzaron a preferir estos productos importados. Este cambio de preferencias, junto con la falta de respaldo jurídico para proteger la autenticidad del Asoleado, provocó su declive. La producción de imitaciones de baja calidad, que saturaron el mercado, confundió a los consumidores y erosionó la reputación del Asoleado auténtico de Cauquenes y Concepción.
Estado Actual del Vino Asoleado

Hoy en día, pocos productores continúan elaborando el vino Asoleado, enfrentando grandes desafíos. La mayoría de ellos trabaja en pequeñas parcelas, utilizando métodos tradicionales transmitidos de generación en generación. Según un estudio de Reyes, más de la mitad de estos productores tiene más de 60 años y un 67% no cuenta con sucesores interesados en continuar la tradición, lo que pone en riesgo la continuidad de esta valiosa herencia cultural.
A pesar de las dificultades, los productores ven en el Asoleado una forma de valorizar las viñas de uva País, ya que su venta es más rápida y mejor pagada que la del vino seco. Sin embargo, la falta de recursos técnicos y económicos, sumada a la lejanía de los centros de comercialización, dificulta su correcta valorización y reposicionamiento en el mercado nacional.
El INIA, en colaboración con algunos productores, está explorando alternativas para devolver al Asoleado al lugar de prestigio que ocupó en el siglo XIX, con el objetivo de fortalecer la actividad vitivinícola del secano y preservar sus tradicionales viñedos en cabeza.
Fuente: INIA.cl